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"siempre llenos de buen ánimo"

Archive for octubre 2009

Oración del duque de Gandía (escrito de San Francisco de Borja)

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Fecha: 1 de febrero de 1548. – Texto en Vázquez, Historia de la vida del P. Francisco de Borja, lib. I, cap. 33. ARSI, Vitae 80, folios 91v-93v. – Las obras, núm. 9.

El texto de esta oración lo conocernos por el P. Dio­nisio Vázquez, que lo insertó en la Vida del santo (l. I, cap. XXXIII) con el título que aquí le damos. Este ti­tulo nos indica el tiempo en que fue compuesta la ora­ción, es decir el día en que Borja hizo su profesión, que fue el 1 de febrero de 1548.

san francisco de borja

Oración del duque de Gandía cuando hizo profesión

Señor mío y todo mi refugio, ¿qué hallastes en mí para mirarme? ¿Qué vistes en mí para quererme en la Compañía de los vuestros? Porque, si conviene que ellos sean animosos, yo soy cobarde; si han de ser menospreciadores del mundo, yo estoy rodeado de sus respetos; si han de ser perseguidores de sí mismos, en mí hay mucho amor propio. Pues ¿qué hallastes en mí? ¿Hallastes, por ventura, que fui más animoso para contradecir vuestros mandamientos? ¿O que los menosprecié más que los otros? ¿O que aborrecí más vuestras cosas por querer más las mías? Si esto, Señor, buscáis, halládolo habéis; si tras esto andáis, recaudo tenéis. Domine ecce adsum mitie me.[1] ¡Oh piélago de inmensa sapiencia! ¡Oh grandeza de infinita potencia! ¡Cómo buscáis lo más flaco para mostrar en ello las riquezas de vuestra fortaleza! Con razón os alabarán los ángeles con admiración y este pecador con confusión, viendo que sobre fundamentos tan flacos queréis levantar vuestros edificios. ¡Oh alma mía!, considera esto con atención, porque si te dicen que esto te dan por satisfacción de tus pecados, no menos te debes ma­ravillar porque ahora eres captiva, entonces serás libre; agora posees poco y con dolor, después lo poseerás todo y con gozo; al fin, sales de la vida activa, desabrida, y entras en la dulce contemplativa. ¡Oh, Señor, qué cambios son los vuestros y qué cosa es tratar con Vos, y cómo es cosa de ver la satisfacción que queréis del pecador! Verdaderamente, Señor, vos sois el que fingís trabajo en lo que mandáis,[2] pues en lugar de penitencia regaláis, y por la abstinencia dais hartura. Pues si esto se ordena por satisfacción de los pasos que anduvistes por mí, y para que imitando vuestra pobreza y obediencia os siga, desto, Señor, me espanto mucho más; porque Vos, Señor, salistes de vuestra casa y heredad, y yo salgo de la ajena; Vos salistes del Padre sin dejarle para venir al mundo, y a mí hacéisme dejar el mundo para llevarme al Padre; Vos salistes para la pena, y yo salgo de ella. ¡Ay, Señor, qué salida la vuestra y qué salida la mía! Vos para ser preso y yo para escapar de las prisiones; Vos para la amargura y yo para el gozo; Vos para la tribulación y yo para la quietud. ¡Oh Señor! ¿Vos sois el Dios de las venganzas? Y ¿qué venganza es ésta? Cierto. Vos sois el Dios de las misericordias, pues tomastes la venganza en Vos por no tomarla ahora en mí y por regalarme en lugar de castigarme.

Pues ¿qué diré, Señor, a esta vuestra caridad? ¿Con qué responderé a vuestro amor? Fáltame el entendi­miento para entender y la lengua para decir; porque si algunos sintiendo de vuestra bondad os alaban, porque perdonárades a Judas si pidiera perdón, y si con razón se os deben por ello infinitas alabanzas, ¿cuántas os debo yo, pues siento y veo que, siendo otro Judas, no sólo me perdonáis, mas aún me llamáis, como si ninguna traición hubiese hecho en vuestra casa? Volveré a hablar a mi Dios, aunque sea polvo y ceniza.[3] Señor, ¿qué hallastes en mí? ¿Qué hallastes? Bendito seáis Vos para siempre, apiadaos de mí, toda mi esperanza; pues tenemos estos vuestros tesoros en vasos de tierra,[4] para que esto no venga a ser para mayor condenación mía; conozca la tierra su miseria; conozca el flaco su flaqueza, y dadme a entender cuan poco merece el vaso tener en sí tal licor, habiendo tan mal conservado el que hasta aquí habéis infundido en él. Pues, no soy yo sino disipador de vuestros bienes, téngame yo por otro Judas, pues soy otro traidor; confúndame yo con mis hermanos, pues he vendido a su Maestro por menos precio que Judas; tema de comer con ellos, pues comiendo vuestro pan me levanté contra Vos; tema de tratar su hacienda, pues tan mal recado he puesto en la vuestra; confúndase mi desobediencia, con la obediencia que vuestras criaturas os tienen. Y si aun ésta es pequeña confusión para con ellas y para los que moran en la tierra ¿cuál será la que debo tener con los que gozan en el cielo? ¿Cuánto debo confundirme en la presencia de los ángeles, habiendo dejado el estandarte de mi Rey de gloria? Y ¿con qué abatimiento debo pedir merced a vuestra bendita Madre, habiendo crucificado a su bendito Hijo en mí mismo? Pues delante vuestro acatamiento ¿qué dirá el gusano podrido y miserable, que no sabe sino apartarse de Vos? ¡Oh Señor! Alumbrad ya mi ceguedad, para que conociéndome os conozca, confundiéndome os alabe, humillándome os ensalce, y muriendo todo en mí viva yo todo a Vos. Y pues me sacáis por vuestra voluntad del estado de los ricos, de los cuales dijistes, que con dificultad se salvarían los que en él estuviesen,[5] hacedme merecedor por vuestro santo nombre, de lo que prometéis a los pobres, diciéndoles: Ciertamente que los que dejastes por mí todas las cosas y me seguistes, cuando en la regeneración se sentare el Hijo del hombre en el trono de la majestad, vosotros os sentaréis sobre las doce sillas a juzgar las tribus de Israel.[6]


[1] Cf. Is 6, 8.

[2] Sal 93, 20.

[3] Gen 18, 27.

[4] 2 Cor 4, 7.

[5] Mt 19, 23.

[6] Mt 19, 27.

Written by Salvador Carbó

28 octubre, 2009 at 10:41

Publicado en San Francisco de Borja

Modo de rezar el Rosario de Nuestra Señora (escrito de San Francisco de Borja)

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Fecha: 1539/1543. – Texto en Nieremberg, pp. 507-508 (285-288). – Las obras, núm. 1.
Este modo de rezar el santo Rosario es el que, según los biógrafos del Santo, empleaba Borja cuando era Virrey de Cataluña (1539-1543).
 
 
  
 
 
 
San Francisco de Borja ante el cadáver de la emperatriz Isabel, óleo de Mariano Salvador Maella (1739-1819), pintado en el año 1787. Vestido de caballero de la orden de Santiago, levanta el paño que cubre el rostro y las manos de la difunta y siente la llamada de Dios para abandonar las vanidades del mundo.
 


  

  
MODO DE REZAR EL ROSARIO DE NUESTRA SEÑORA, QUE TENÍA Y ENSEÑABA SAN FRANCISCO DE BORJA
CONTIENE LOS CINCO MISTERIOS, CINCO PARA CADA DÍA DE LA SEMANA: CINCO GOZOSOS, CINCO DOLOROSOS Y CINCO GLORIOSOS

 

Los gozosos son: Encarnación, Visitación, Nacimiento, Purificación, Niño perdido.
Los dolorosos: la oración del Huerto, los azotes a la columna, la coronación de espinas, la cruz a cuestas, la crucifixión.
Los gloriosos: la Resurrección, la Ascensión, la Venida del Espíritu Santo, la Asunción de Nuestra Señora, la Coronación sobre todos los coros.

Lunes los gozosos, martes los dolorosos, miércoles los gloriosos, jueves los gozosos, viernes y sábado los dolorosos .

El modo, pues, de rezarle es: lo primero, detenerse con la consideración un poco en cada uno de los misterios. Lo segundo, reconocer el beneficio de Dios en aquel misterio y darle gracias por él. Lo tercero, sacar de allí confusión de lo poco que del se hubiere aprovechado. Lo cuarto, pedir alguna merced, conforme al misterio, en esta forma:

Lunes y jueves son los misterios gozosos, que son: Encarnación, Visitación, Nacimiento, Purificación, Niño perdido.
En el misterio de la Encarnación: 1.° Reconocer el amor que trajo a Cristo nuestro Señor al mundo, y darle muchas gracias por él. 2.° Humillarse por lo poco que a Dios ha amado. 3.° Pedir amor de Dios y encendida caridad para con su Majestad y para con los prójimos.
En el misterio de la Visitación: 1.° Considerar el amor de la Santísima Virgen para con Santa Isabel. 2.° Confundirse de su poco amor para con los prójimos. 3.° Pedirle este amor con mucho afecto.
En el Nacimiento: 1.° Mirar la pobreza y desnudez del Hijo de Dios. 2.° Darle gracias y avergonzarse de verse con comodidades. 3.° Pedir amor de la santa pobreza.
En la Presentación del Niño Jesús o Purificación: 1.° Adorar la pureza y limpieza de la Santísima Virgen. 2.° Llorar lo que a mí me falta. 3.° Pedir perfecta castidad.
En el Niño perdido: 1.° Considerar la obediencia de Cristo a su Eterno Padre. 2.° Confundirse de no haber obedecido a la ley y mandamientos de Dios. 3.° Pedir obediencia perfecta y conformidad con la divina voluntad.

Martes, viernes y sábado los dolorosos, que son: la oración del Huerto, los azotes a la columna, la coronación de espinas, la cruz a cuestas, la crucifixión.
En la oración del Huerto: 1.° Reconocer su tibieza en la oración. 2.° Pedir el don de oración. 3.° Pedir resignación para recibir cualquier cáliz que su divina Majestad le enviare, por amargo que fuere.
En los azotes: 1.° Llorar su poca penitencia. 2.° Pedir ánimo y esfuerzo para castigar su carne.
En la Coronación de espinas: 1.° Dolerse de la ambición y estima que tiene de honras humanas. 2.° Pedir a Nuestro Señor desprecio dellas.
En la Cruz a cuestas: 1.° Considerar cuan áspera se nos hace a nosotros cualquiera tribulación. 2.° Pedir conformidad y alegría para llevar las que Dios nos enviare, aunque sean pesadas y duras.
En la Crucifixión: 1.° Darle mil gracias por tan grande merced con tal muerte por mí. 2.° Adorar aquella perseverancia en obedecer a su Eterno Padre. 3.° Llorar su poca perseverancia en los buenos deseos y pedirla a Nuestro Señor, para morir por su amor.

Domingo y miércoles los gloriosos, que son: la Resurrección, la Ascensión, la venida del Espíritu Santo, la Asunción y muerte de Nuestra Señora, la Coronación de la Madre de Dios sobre todos los coros angélicos.
En el misterio de la Resurrección: 1.° Cobraré esperanza de la mía. 2.° Confundirme de no haber yo resucitado a nueva y santa vida. 3.° Pedir renovación del hombre interior.
En la Ascensión: 1.° Gozarse de ver a Cristo donde merecía su santísima Humanidad. 2.° Llorar de verse tan terreno. 3.° Pedir el verle y gozarle para siempre, y que, de aquí adelante, su conversación y trato sea en el cielo.
En la venida del Espíritu Santo: 1.° Dar a la santa Iglesia el parabién de tal Huésped. 2.° Dolerse del poco aparejo que tiene en su alma para recibirle. 3.° Pedirle sus dones.
En la Asunción de la Santísima Virgen a los cielos por manos de los ángeles: 1.° Gozarse de tener allá tal Abogada. 2.° Pasarle de no haber sido muy más devoto suyo. 3.° Pedirla su intercesión para con su Hijo, para alcanzar con ella su gracia y salvación.
En la Coronación: 1.° Mirar cómo se corona la virtud en el cielo. 2.° Confundirse de verse tan indigno de ser allí coronado. 3.° Pedir a la Santísima Virgen, que ella le sea su Abogada para ir allá.

Written by Salvador Carbó

19 octubre, 2009 at 18:53

Publicado en San Francisco de Borja